Por Charlie Brown
Cuando Don Máximo Primo Vélez despertó ya era viejo y tenía un nieto al que le puso su apellido para que pareciera hijo porque el muchacho quedó huérfano. Ese señor nos enseño a quejarnos de todo y no como un lamento, sino como un pretexto para llamar la atención de Dios que al parecer se largo a fundar otros planetas y a crear otras criaturas. A Don Máximo no hubo quién le quitará esa idea de que su generación había sido la última que había hecho algo por el mundo, lo demás era un corcho sucio de seres que vino a este paseo a ver que usufructuar, y llegará el momento en que haya lugar otro BigBang. Nos convido de esa filosofía de la restricción de la que hacen alarde los viejos para intentar aprovechar sus últimos tiempos, y se ensaño contra todos como si él fuese el Mesías que iba a ser crucificado en un palo de mango. No respeto a las señoritas ni a la santidad profética de la iglesia, tampoco perdono a los políticos los mismos que le quitaron el derecho a la pensión y le traicionaron con eso de que pague primero y reclame después. Todo esto so pretexto de dedicar a este señor mis pocos poemas labrados a través de lo que aprendí de él sea esto también como una incitación a la acción y al recuerdo porque también nosotros seremos viejos.
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