Por César Vélez "El Emperador"
El Charlie revisaba por abajo de los autos estacionados ¿encontraste algo? le decía riendo y el furioso me decía que la tendencia dice que a la gente se le suelen caer las cosas cuando sale del auto... yo no sé pero si seguimos creyendo en tendencias y estadísticas nos vamos a morir de hambre... Mejor le invito a mi amigo a una fina dieta frugal, bajando al barrio plano hay unos árboles de frutas y como el mes de mayo rinde sus frutos los patios llenos de árboles y nosotros con hambre... Le advierto al Charlie que a veces las dueñas están del otro lado listas con piedras para descalabrar a los ladrones, pero el Charlie con cara de hambre se hace el héroe y embiste el muro y sube como gato y alcanza un par de mandos que chupamos como la teta de una Moza, en otro lote hay mandarinas y esta vez me toca subir a mi y escalo con dificultad y le tiro las mandarinas pero están tan verdes que nos sacan muecas ácidas... luego en otro lote hay un árbol de guayaba y el César va aprisa y de repente es atacado por una plaga de avispas que no le dejan otra opción que abandonar su causa y al descolgarse atrae más y más avispas que nos persiguen, no hay más bocado. Vamos por la calle y el Charlie se sienta en el andén a mirarse en un charco de agua como le quedo la cara por las picaduras - quedaste más bonito- le consuelo, pero el se ríe, pero no es de mi ocurrencia, es que entre el agua del charco descubre un anillo de bodas de oro macizo que alguien quizá al subir o bajarse del agua dejo caer, once billetes pagaron por él y cada billete nos duraría un día para dejar de sufrir por comida.
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