Por Alexis Mendoza
Pensar es perderse en una fiebre que solo acaba con la muerte.
Viene la desdicha en forma de vecina a pedir agua para bañarse... le espío la pijama... no lleva sujetador y su calzón tiene un roto... ella me adivina el pensamiento y dice que no va a poder lavar la ropa... sonríe... y yo al querer irle a ayudar porque el bote se le ha llenado al borde me resbalo y caigo de espaldas... ella sonríe... pero a mi me duele el orgullo... y el culo. Le acompaño mientras le hago una lista de virtudes de ella que bien pudiera explotar... podrías ser una modelo de ropa... y ella se dedica a sonreír... se despide también con una sonrisa mientras yo me sobo la espalda... El César viene a pellizcarme la pereza diciéndome afanado que la vecina de alado se esta bañando en el patio de atrás... lo sé le digo ella vino por el agua acá - Y qué esperas? - dice casi bravo, vamos por el árbol de sapote y la vemos en vivo y directo con su camisón semi transparente y sus facciones propias y es cuando en nuestros pantalones algo se esponja pero también cuando la mamá de la susodicha que nos ha descubierto nos arroja naranjas y se lleva una puntería despiadada que me acierta y me descuelga y mi amigo descuelga un fruto del árbol y se defiende... mientras la que se bañaba se ríe... ya en tierra el César se come una naranja y dice que le gustaría el sexo con esa chiquilla - a ver si allí se ríe - dice, mientras yo cojeo y nos es tanto por los golpes de esa mañana sino por la tremenda erección que no me deja en paz... va a tocar sacrificar la virginidad... digo.
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