martes, 9 de enero de 2018

Aventuras en las dunas 1: soltero con soltura

Por XervanteX

- Eructo - y en la oscuridad se aprecia el bostezo que mana vapor
Recuerdo que el César, mi amigo el gran emperador decía que la calle es una gran educadora
- Tenía razón - 
Una chica se acerca a ofrecerme sus servicios como dama de compañía - Soy obediente - dice como si las demás nenas que se van a acostar a esa hora fueran desobedientes y agrega con cara de no haber comido en siglos -hago lo que tu quieras!-
Pero mi cara es de amargado o de quien ha perdido todo, y es que tengo un maldito daño de estómago que me exige desahogar primero esa necesidad, busco un rincón, una esquina, la chica me sigue con la mirada como pensando soy un depravado o un maricón.
No hay filosofía que pueda con las necesidades fisiológicas. Ni valiente, ni nada.
Escapé a tiempo al coliseo en donde el guardia tan amable me hace pasar a un tipo de baño público que es lo más decente, aflojo mis intestinos y de los bolsillos del pantalón caen no sé cuántas monedas, al final le pago al guardia poco y le digo que allá en el baño quedaron muchos pesos tirados en el suelo y que por la escasa luz no pude pescar.
¡Pero esto es paradójico! la chica me ha seguido y está a la espera de su razón
- ¿Vamos?-
No tengo nada en contra de la gente que se gana la vida así, le invito primero a comer y luego a una habitación donde me atrinchero en el baño, mientras ella sigue pensando que soy un marica y virgen por lo demás ya no tengo suelto para pagar por sus servicios, pienso darle en pago el reloj o la cadena de oro, lo que le haga más feliz.


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