viernes, 16 de septiembre de 2016

RELATO DE UN NAUFRAGO DE LA NADA

LoS InDoMabLeS

Basado en el texto de Gonzalo Arango "Calí, aparta de mí este cáliz"

A un limosnero en vez de darle unas monedas, le dí la hora.

¡Qué tormento!.

Por azar estoy Cali, ciudad colombiana de un clima cálido exquisito, hago homenaje a aquella frase de mi amigo César "cuando uno no tiene a dónde llegar, uno no está perdido". Me alienta encontrar a mis amigos los libros en portones de garajes y anaqueles de librerías, y ver como las mujeres bonitas también hojean los libros. Creo acá no son tan testarudas al limite de decir "no nos gustar leer". Coincido también en preferir un sitio a la sombra para leer un poema de Goethe. Es la hora del almuerzo y sacrifico los centavos bebiendo un jugo; el inconveniente es engañar el hambre, las letras alimentan la mente. Un taxi me acerca a mi sueño: "el hotel casa real no existe" me he equivocado, hago un trayecto a pie en la búsqueda de un hogar de paso, allí solo hay un patio donde uno acomoda una estera y se acuesta, por lo menos hay un techo. A media noche recuerdo el nombre del hotel "camino real" ya es tarde. Un hippie me ofrece un cigarrillo, lo acepto solo para espantar con el humo a los mosquitos. Una ciudadana Americana aterriza en el suelo muy entrada la noche, en un inglés barato le doy la bienvenida, y con una linterna me ve a los ojos y me dice "you are a good men". Al despertar al otro día la chica ya no esta. Pretendí que solo fue un sueño.

Hago la contabilidad y compruebo que tengo lo suficiente para volver a casa, me atrevo a arriesgar el camino, voy por la vía pidiendo me lleven, debo tener una cara de criminal, nadie para. Y un bus se detiene y tengo que pagar por anticipado mi pasaje con destino a cualquier parte, el bus esta lleno y me cuelgo de un barandal en la puerta. Mi cabeza queda afuera y navego por el viento con los ojos cerrados. A mitad de camino miro una aparición fantasmal, allí esta a lado del camino la chica Americana. Me lanzo a ciegas, dando volteretas por el suelo aterrizo a los pies de ella.

Un libro de mi maleta amortigua el golpe. Ella sonríe por mi atrevida maniobra. Lo genial es que recuerdo las canciones de los Beatles y mi inglés fluye con un romanticismo siniestro, ella sonríe divertida, no es una "gringa" viene de Inglaterra y dice llamarse Angela. Un auto se detiene y el conductor señala que solo hay lugar para uno, le cedo el puesto y ella me dice que nos veremos más adelante en un lugar llamado "Providencia".

No tengo inconveniente en caminar un buen trayecto hasta encontrar a alguien y preguntar por el sitio al que va mi amiga. Nadie lo conoce por allí.

¿Cómo puede alguien vivir sin conocer el lugar en donde vive?. 

Diez kilómetros después al pie de la vía lleno el estómago con guayabas. Un auto parecido al que recogió a mi amiga pasa de regreso, pego la carrera para comprobar que ella no va allí. 

Retomo el camino. Hay un accidente en la vía, la gente se amontona, hay una mujer en el suelo, me abro paso entre la multitud porque creo es Angela... Me vuelve el alma al cuerpo, no es ella; pero la mujer esta muy golpeada. Me alejo, la escena me provoco desconcierto, nadie sabe dónde queda Providencia, si será una finca, una casa, un restaurante o algo de este mundo.

Vuelvo a mi casa derrotado a buscar en las guías de turismo si existe un lugar llamado Providencia. No lo hay, debí averiguar de ella su apellido o teléfono. Ahora frente a mi computadora listo todas las mujeres con el nombre de Angela, ninguna se parece. 

Si por algún motivo llegas a leer esto Angela, recuerda que nos conocimos allá en Calí Colombia en un hogar de paso, yo era el chico que sonreía todo el tiempo, el mismo que salto desde un bus en marcha y cayo a tus pies. No es nada, solo es la intriga de saber qué pasó contigo.

        

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