sábado, 24 de septiembre de 2016

La última cena de Gonzalo

Por XervanteX

La incertidumbre fundamental es que no sabemos cuando será nuestra última cena.

Quizá fue mentira o si fue cierto que aquel diminuto ser fue infiel a sus preceptos físicos y ontológicos: se acomodo el cabello, limpio sus uñas, se acomodo los dientes y se perfumo y vistió como un caballero, madrugo, beso a su novia y se subió a un auto con destino a la nada.

¿Era feliz?. ¿Quién sabe?. A lo mejor pensó en el último instante que debía asistir en primera fila a un destino siniestro para que todo lo hecho cobrará vida. Así es con los artistas, sus obras no valen nada cuando ellos están vivos.

Pero ¿Quién lo mató?, fue acaso el amor, o la obediencia. fue la insubordinación a lo que que plasmo como mandamiento en noches de trasnocho y tinto cargado.

El sacrificio fue consumado en vez de una crucifixión.

Recogió su cadáver y se fue a labrar su nada a otro universo. Pero su esencia queda. su inventico nos sigue salvado la vida.

Su notable postura reaccionaria sigue en pie. La nada ya no es fetiche de ateos, ni agnósticos, ni siquiera de objetores de conciencia. La nada dio un significado nuevo al espacio entre dos universos, entre dos latitudes, porque en una explicación semi sexual uno no ama una vagina por su forma, o sus paredes, la ama por el espacio vacío que uno trata de colmar con lo que le sobra en el cuerpo. Perdón por el notable abuso. Pero en un ejemplo más notable uno ama la vida por la expresión que en ella ocurre, y el suicida quizá ame la muerte también por la insensibilidad que ella parece crear.

Gonzalo callo a los maestros y develo que ninguna doctrina ni ciencia hace uso de la verdad, porque ella prevalece en todo y para descubrirla se tendría que desbaratar el mundo.

Los seculares religiosos son ratas del alma y no tienen ni el consuelo ni la sapiencia para orquestar el milagro.

Los políticos son una estirpe chupa sangre, detractores de sus creencias y ambiciones, no son nada distinto del deseo por figurar y hacer de la vida una fiesta pagana con protocolo.

Gonzalo Arango nos mostró una realidad nefasta llena de sinsabores, de dolor de duda, pero a la que es merecido enfrentar en actitud beata con el pelo peinado, y las fachas de un profeta, para que ojalá si sobrevivimos como fantasmas por lo menos tengamos la dignidad intacta y la presencia para ir a asustar decentemente a nuestras amantes infieles.

Gloria eterna a el Profeta de la oscuridad nueva.



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