Por Los Indomables
Burlamos todos los atavismos morales y dejamos los vicios para los petulantes y absolutos.
El Emperador César siempre andaba tratando de reparar lo dañado: corazones, máquinas, empresas. Rescató de la calle a una menudita mujer pequeñita que andaba en los malos pasos de la prostitución sin representante y se la llevo a engordar un poquito y termino enamorado de ella, le compro ropita y pintura y la mujercita fue tomando entre caldo y caldo colores y el César orgulloso se decía "he encontrado el amor de mi vida" y la mujer decía igual con ojitos de peluche. Pero nosotros no le fuimos creyendo tanto ni al uno, ni al otro porque ambos se fueron por su lado ha engañarse mutuamente y luego se hallaban para adularse y hacer un amor compungido e irreal. en tanto el espanto de los espectadores contaba los días para que todo explotara y terminara. ¡Plop! todo es ilusión.
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