Por Aley
"Hay tanta lucha para venirse a morir uno" dice don Primo, se come el pan remojado en el café y se atreve a encender el quinto cigarrillo de la noche; tiembla por el frío pero más por la enfermedad que le sentencia a la debilidad. Se acuerda de tanta vieja que le acompaño en su lecho de sueño que ya perdió la cuenta "las mujeres son el diablo" sentencia y sigue "pero todo mal es necesario", una niña de la Purita juega por allí y don Primo la señala con el cigarrillo humeante y dice "a estica qué le irá a tocar ver" va a mirar como juegan el billar, afición que nunca aprendió, sus ojos se secan pero vuelven a humedecerse con el humo del cigarrillo, un presentimiento aflora entonces, la muerte ronda por allí, y es atrevida, don Primo le espanta con un escupitajo, pero ella regresa cuando don Primo se ha ido a dormir, esa noche mataron a cuatro que jugaban billar, don Primo vino la siguiente mañana a mirar los cuerpos y a envidiar su tranquilidad. Luego dijo que la vida es una mierda y se fue a su mecedora a esperar por la muerte.
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