Por Aley
El César llega en su bólido rojo magullado recoge a don Primo quien de mala gana se atreve a subir al auto, van por el Alexis que les espera con la caña de pescar, van a la terraza un cerro alto desde donde ven a las bandas de rock ensayar y la gente se acomoda para ver, pero el Alexis siempre va con su segunda intención, esta vez con su caña de pescar y anzuelos se dedica a robar los bolsos que las damas abandonas mientras aplauden a los músicos. El César a veces le mueve la caña a un lado y corre el riesgo de ser descubierto, don Primo le defiende. Y cuando llevan una media docena de bolsos se van al auto a revisar la mercancía: cachivaches de la más intima posibilidad, algunos billetes y maquillaje por cientos, y así va la cosa; otro día el Alexis va con su cerbatana y molesta a unos y otros y causa peleas mientras él aprovecha la confusión para ir puesto a puesto desocupando a todos de sus pertenencias, pero su interés no es vano ni malo, al final todo lo de la jornada lo deja abandonado en la basura, menos claro está los billetes que corre a apostar a los gallos.
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